viernes, 27 de junio de 2014

Una conquista cultural.

En el interior de una cultura folclórica se esconde toda una lucha, una filosofía, una llamado a la vida, a la libertad, una lucha de autenticidad, una lucha por mantenernos nuestros, propios, por dominar nuestra vida y poder decidir sobre su valor y sobre su destino.

Y de pronto, en el mundo contemporáneo que vivimos, o que nos vive a nosotros, esta va siendo reemplazada, no, no evoluciona, no avanza, no se transforma, solo se convierte en el resultado de la conquista que otras naciones han logrado sobre nosotros, más psicológica que territorial, se apoderan de nuestra cultura, de nuestras gentes haciéndoles creer que son como en verdad no son, ni serán, haciéndoles creer que pueden ser como ellos, abandonando su sociedad, su tradición, su cultura, su historia, pero en realidad, cada persona sabe cómo es, como es su sociedad, como son ellos mismos, y se preguntan ¿Por qué no somos diferentes? ¿Por qué no somos como ellos? y así se venden, no uno a uno, sino por masas, inmensas masas que dejan sin remordimientos en el pasado, como un recuerdo, nuestra autentica y bella cultura andina, tumultos de personas que se lanzan a ser como ellos, con el único objetivo de ser quienes no son, terminan negándose a sí mismos, a su historia, a su cultura, a la lucha que los valientes han enfrentado por mantenerla en pie, a su comunidad.

La moda se convierte en una cadena, que nos vuelve suyos, esclavos ignorantes dispuestos a dejar su gente en la miseria, dispuestos a dejar que tomen sus tierras, que las exploten, personas idolatras del cielo, en una religión egocentrista, que los degrada, que los automatiza. Entonces no ven la tierra, se olvidan de ella, la desvalorizan hasta que solo es un mísero recurso natural, una reserva, un suministro. Y así mismo juzgan la vida, la de sus camaradas y la de su familia, sin darse cuenta de que por esa misma razón, así es juzgada su vida. Solo un recurso humano, que debe ser aprovechado, gastado y los desperdicios de su piel, su carne, su vida o su ser, botados al basurero, tal y como antes ha decidido tratar a su cultura, a su libertad.