lunes, 14 de septiembre de 2020

La pausa.

 Soy un remolino hoy. Uno que me ha estado esperando desde la adolescencia, uno que había estado esperando, que volviera a mí. 

Fui, una pausa. 

Fui, un intento. 

Pensando que sería diferente y no, soy un remolino de los intentos que he sido, soy un remolino de todas las cosas que no entiendo, que no entenderé. 

Soy la dulzura, soy la calma, soy la furia y soy la inmoralidad, ahogándose en las doctrinas que no he podido retener en la mente. Como si mis manos hechas garras supieran muy bien destrozar lo correcto, como si supieran muy bien echarlo a perder, y hundirme, siempre hundirme. 

Sé muy bien, que sobreviviré a mí, pero no sé si al tiempo...

Hay a mi alrededor mil verdades absurdas, cada una perfectamente justificada, cada una perfectamente organizada, cada una perfectamente coherente y yo, presa de los remolinos, no soy absurda, pero no tengo ni justificación, ni organización, ni coherencia, ni lugar en medio de las verdades.

Dando vueltas aquí, a toda velocidad en pensamientos que no puedo controlar, yo veo todas la señales de peligro, yo sé bien cuales son las cosas correctas y sé bien, que no es ahí donde pertenezco, pero sí que lo intenté... pero sí que lo quise así... pero sí que lo di todo de mí... tan solo en esa corta pausa...