sábado, 20 de marzo de 2021

Este día me pesan los brazos. Me pesan los pies. Me pesan los ojos. Quiero acostarme y dormir. Dormir y soñar con mamá y sus abrazos. Soñar con risas y canciones, y ojalá, si acaso fuera posible, soñar que el tiempo desaparece. El tiempo desaparece y el espacio se hace pequeño. Tan pequeño como lo que alcanza mi vista. Desaparece el futuro y el pasado. Desaparece la amplia sociedad y sus amplios rigidos conceptos. Quiero dormir y que desaparezcan para siempre. Quiero dormir para siempre.

Estoy cansada y me pesan los ojos. Y no. Yo no soy débil. Puede pensarlo el que quiera. Pero no es así. Ni siquiera el cielo sabe cuanto he luchado. Cuanto he intentado. Nadie lo sabe, a penas yo alcanzo a medio dimensionarlo. 

He intentado cada estrategia. Tiempo es lo que he tenido para aprender y no lo he desaprovechado. Yo he buscado cada manera. Me he cuidado tanto como he podido. He trabajado en mí, en mis ideas, en mis planes y mis metas. Aprendí sobre la independencia y el cuidado. Aprendí los procesos psicológicos y neuropsicologícos. Aprendí hábitos. Aprendí constancia. Aprendí a hablar y comunicar. Aprendí a hacer amigos y a conservarlos. Aprendí a llorar. Aprendí a soñar. Aprendí a agradecer. Aprendí a recordar. Aprendí a reconstruir mi familia. Aprendí... aprendí... aprendí.... intenté cada cosa. Y cada cosa funcionó, en su momento. Ya no. Esto supera cada intento, cada aprendizaje y cada estrategia. Estoy cansada, terriblemente cansada, estoy sin mamá y quiero dormir. Nadie me traerá comida hoy. Nadie va a abrazarme. Nadie me cantará una canción. Nadie, nadie, nadie va a entenderlo nunca. Y esto, esta raíz crece desde adentro y me va abrazando con más fuerza cada vez. Como si en vez de ella pertenecer a mí, yo perteneciera a ella. Como si simplemente fuera cuestión de tiempo. Como si tuviera todo ganado y yo solo estuviera aquí pateleando, hundiendome en ella. Y nadie lo ve. Nadie se da cuenta. Y tampoco puedo decirselo a nadie. No sé a quién más buscar. No sé qué más intentar, ya no tengo fuerzas para eso. 

El día es largo y después hay horas en la noche, habrá otro largo día después y una noche congelada, amanecerá otra vez y se hará de noche, seguirá así y seguirá así.... 7000 veces? 14000? 21000?

 

jueves, 18 de febrero de 2021

 Me parece, de alguna manera siento, o puedo recordar levemente, que hubo una época en que tuve más añoranzas, que hubo una época en que usé todas mis fuerzas, en que intenté con determinación y fui, en ese momento, más cáos y destrucción de lo que podría imaginarme ser con mí yo del presente. No sé cómo, ni por qué eso se fue. Creo que me hace falta. Creo que la misma calma que busco en las personas es la misma furia por la vida que necesito encontrar en ellas y tanto más agitados están, tanto más se queman por dentro, más encantadores me parecen, más dulces o más deseables. 

Cómo si el vertigo, el deseo de caer en sus abismos estuviera ahí, presente en mí, pero callado y sigiloso. Todo porque mi propio abismo desapareció. Todo porque un día mi violenta corriente desapareció y me dejó una laguna cristalina, en la que me acuesto y miro el cielo. 

Cómo si tuviera los huesos congelados y hubiera aprendido a vivir con eso. Cómo si necesitara que algo abrigara ese frío, pero simplemente pudiera quedarme en el frío para siempre. Y al mismo, como si fuera capaz de quemarme y consumirme violentamente de una sola vez para escapar de él. Pero mi fuego es volátil, y estoy cansada de revolcarme en las cenizas de mi propia hoguera, en ilusiones que me son efímeras, tanto como quisiera ser yo misma.