domingo, 17 de agosto de 2014

Ante el horizonte.

Se alza ante mi un vacío inmenso,
un valle muy negro,
en el horizonte no hay ninguna luz,
en el horizonte no estás tu,
en el horizonte hay un vacío inmenso,
la luz está detrás de mi,
tu estás atrás de mi,
ellos están atrás de mi,
no conozco un camino de regreso,
no conozco un camino que avance,
solo conozco el vacío,
el vacío de los ojos que pinto,
el vacío de los ojos de mis personajes,
que solo viven para la infelicidad,
que se pierden el vacío de hojas sin fondo.

Corro y la luz no se apaga,
corro y el horizonte sigue a la misma distancia,
corro nada cambia,
ya no quiero escapar,
quiero ahogarme.

¿Y cuando huya?

Me veo, envuelta en los sonidos del agua, un silencio me está consumiendo, no quiero salir nunca de aquí, ¿Tiene sentido algo más?
¿Y cuando huya? No tendré a donde regresar. El piso se ha ido destruyendo, desde del horizonte que tanto perseguí alguna vez, hasta mis pies. Caeremos a un fondo, fondo más hondo que el mismo fondo que ya nos retiene.

lunes, 7 de julio de 2014

La broma



"No hace mucho que no creo en dios, ni en la vida eterna, ni en nada de eso. No es la fe de lo que estoy hablando. son imágenes, ideas. No sé porque tendría que deshacerme de ellas. Me quedaría huérfano sin ellas. Vlasta me reprocha que soy un soñador. Parece que no veo las cosas tal y como son. No, veo las cosas tal como son, pero además de las cosas visibles veo también las invisibles. Las ideas inventadas no son algo inútil. Son precisamente ellas las que hacen de nuestras casas hogares."

'La broma' - Milan Kundera.

Lentamente...

Mi corazón va de prisa,
trata de ahogarme,
estoy en un lago, calmado,
cada latido se esparce como ondas en el agua,
cada latido se contrae como remolinos pequeños y profundos,
mi cuerpo se mese, suavemente,
mi cuerpo se hunde, lentamente,
las palabras se agrupan en ideas que no tienen sentido,
se mezclan como por azar,
ya no me dicen nada,
debo nadar, nadar a la orilla,
ya no veo ninguna orilla,
ya no siento fuerzas para intentar,
debo nadar, nadar a la orilla,
nadie va a rescatarme esta vez.

viernes, 27 de junio de 2014

Una conquista cultural.

En el interior de una cultura folclórica se esconde toda una lucha, una filosofía, una llamado a la vida, a la libertad, una lucha de autenticidad, una lucha por mantenernos nuestros, propios, por dominar nuestra vida y poder decidir sobre su valor y sobre su destino.

Y de pronto, en el mundo contemporáneo que vivimos, o que nos vive a nosotros, esta va siendo reemplazada, no, no evoluciona, no avanza, no se transforma, solo se convierte en el resultado de la conquista que otras naciones han logrado sobre nosotros, más psicológica que territorial, se apoderan de nuestra cultura, de nuestras gentes haciéndoles creer que son como en verdad no son, ni serán, haciéndoles creer que pueden ser como ellos, abandonando su sociedad, su tradición, su cultura, su historia, pero en realidad, cada persona sabe cómo es, como es su sociedad, como son ellos mismos, y se preguntan ¿Por qué no somos diferentes? ¿Por qué no somos como ellos? y así se venden, no uno a uno, sino por masas, inmensas masas que dejan sin remordimientos en el pasado, como un recuerdo, nuestra autentica y bella cultura andina, tumultos de personas que se lanzan a ser como ellos, con el único objetivo de ser quienes no son, terminan negándose a sí mismos, a su historia, a su cultura, a la lucha que los valientes han enfrentado por mantenerla en pie, a su comunidad.

La moda se convierte en una cadena, que nos vuelve suyos, esclavos ignorantes dispuestos a dejar su gente en la miseria, dispuestos a dejar que tomen sus tierras, que las exploten, personas idolatras del cielo, en una religión egocentrista, que los degrada, que los automatiza. Entonces no ven la tierra, se olvidan de ella, la desvalorizan hasta que solo es un mísero recurso natural, una reserva, un suministro. Y así mismo juzgan la vida, la de sus camaradas y la de su familia, sin darse cuenta de que por esa misma razón, así es juzgada su vida. Solo un recurso humano, que debe ser aprovechado, gastado y los desperdicios de su piel, su carne, su vida o su ser, botados al basurero, tal y como antes ha decidido tratar a su cultura, a su libertad.

domingo, 18 de mayo de 2014

La lucha

A veces, solo a veces, es realmente triste no encontrar una frase, solo encontrar el silencio, silencio que solía reinar un tiempo pasado, cálido silencio, que solo muestra, ausencia, presente, que no me deja verte, que permanece solo ahora cargada de dudas, que no estaban antes, que reemplazan la paz, no puedo sentirte, siento en cambio, dolor, siento en cambio, tu mirada, buscando cada lagrima, buscando cada sonrisa, una incesante lucha, que no acaba.

...

La soledad ha estado escondida, escondida en mi mirada, en mis pasos, en el viento que me lleva lejos, se ha amarrado a las patas de mi cama y me ha tomado por los pies como su prisionera. Una prisionera ausente, tranquila, a la que el oxigeno se le agota de repente, sin tanto alboroto.

No se puede escapar de ella, está a mi lado cuando duermo, está observando mis ojos cuando despierto... y la veo, en la oscuridad de una habitación muy llena de abrumadores desastres, llena de las inservibles horas de insomnio, muy llena de espantos que acosan mis sueños, que me gritan en la madrugada que todo puede ser malo, que se incendiara el futuro, que nada se salvará, que todo vuelve a empezar una y otra vez.

Pero esta vez desconozco, a esta persona, se ve extraña, actúa extraño, impulsiva, manipuladora, no hallo como solucionarlo, he de cuidar a la victima, antes de que huya.

Me asusto, la desesperación ha estado todo este tiempo agarrada de mi espalda, y ahora, me devora el cuello, se traga mi carne y mi calma con unos colmillos afilados que también ha querido mostrarme en sueños.

Tan liviana

Y me doy cuenta, es tan frágil
tan frágil la vida, tan frágil la ilusión,
recuerdo un instante,
miraba a través de la locura,
de unos ojos oscuros y curiosos,
y ellos solían decir, que a veces preferirían morir,
ardía, ardía mi vida, y no podía arreglar nada.

Recuerdo un instante,
un instante soñado, entre la noche y el día,
en el que no existía un mañana,
y luego, las llamas cubrían mis sueños,
todo se incendiaba, y la gente corría y gritaba,
el resto solo miraba,
“son solo un par de vidas, ni vale la pena” y se iban.

Recuerdo la paz y no la recuerdo,
se acerca por el momento,
y luego, huye espantada,
tal como he imaginado hacer alguna vez,
la paz viene a mí,
pero es tan frágil… tan liviana, tan volátil…

Trozos de vidrio.

Soy como los trozos de vidrio en el piso de aquella vez, no te acerques te cortaré, no existe manera de unir los pedazos ni ahora ni luego, ya olvídalo. Camino sobre ellos, se quedan allí días enteros ¿A quién puede importarle? Camino y dudo realmente que puedas verme, dudo realmente que puedas escucharme, siento el calor en los pies, se ha escurrido por mi cuerpo, me ha dejado sin aliento.
Hay un camino al frente, no me importa, solo caminaré hacía él, le diré que me lleve hasta el borde, que me empuje.
Se ha clavado sobre si misma la propia daga introvertida, no dice nada, ni antes ni ahora, no desea hablar, tu dices que si, pero en realidad no puede cambiar.

....

El sueño viene y va, se espanta con mis pensamientos, con el silencio de mi pecho. Los fantasmas del suelo se desploman, cuando la valentía se muere también se mueren los miedos. No quiero salir de este agüero, escucho desde aquí los sueños muertos.

Al día siguiente.

Olvida este rostro, olvida este nombre, dormiré esta noche debajo, debajo del fondo, debajo del miedo, debajo de esa cama con los monstruos, en la mañana, desearé no despertar, habrán comido mi carne, habrán comido el calor, olvida mi vida o regresa ahora, luego no me encontrarás.

martes, 28 de enero de 2014

Rayones de la ciudad.


La ciudad, el constante escenario por el que nos movilizamos diariamente es también un medio comunicación que a menudo ignoramos, signos y mensajes de rebeldía en las paredes y plazoletas, “amores por siempre” que tal vez ya hayan terminado, grabados en cada rincón de un muro, carteles que anuncian eventos, que denuncian injusticias.

Sin embargo es un medio de comunicación bastante particular, la información permanece allí para quien se anime a buscarla o para quien por casualidad la encuentre, un medio de comunicación para el que desee verlo o para el que desee ignorarlo.

En el ir y venir de la rutina, caminamos por la calle viendo, pero sin mirar aquellos murales que desde anonimato intentan entrar en nuestra vida, intentan crear consciencia y movimiento, movimiento en el ser, en los pensamientos y sentimientos, que intentan de alguna manera atraparnos en su mensaje y mostrar de otra forma lo que vivimos, aunque sin duda alguna nos limitamos a pasar nuestros ojos sobre ellos y seguir el camino.

Y en esta ciudad llena de “rayones” –como hemos decidido llamarlos– también podemos encontrar otros símbolos a los cuales no hace falta buscarles más significado, aquellos que mantienen el orden en la vía. Necesarios y cotidianos aunque a veces se pasen por alto.

¿Cómo vería la luna nuestra ciudad si pudiese acercase un poquito más? Se fijaría tal vez en los “PARES”, las flechas y las cebras pintadas en el maltratado pavimento, en los grafitis de los parques, en los carteles arrancados a pedazos de las paredes. Se fijaría tal vez en la indiferencia de quienes caminan mirando solo hacía al frente y de vez en cuando a cada lado para cruzar la calle, tal vez percibiría en el ambiente las nubes de pensamiento de esos autómatas que arrastran sus pies con prisa sin mirar al cielo, que le ignoran, como a todo.

Noches blancas.

"Porque lo cierto es que creces, te haces hombre, sobrevives a tus viejos ideales que se convierten en polvo, en pedazos; Y si no tienes otra vida, te ves obligado a construirla con ellos, con los pedazos. ¡Y mientras tanto algo muy diferente está deseando y pidiendo tu alma! ¡Y mientras tanto inútilmente el soñador se revuelve entre sus cenizas, en sus viejos sueños, buscando entre polvo una mínima chispa para inflamarla, para que con el fuego recuperado se tibie el corazón entumecido y conseguir que nazca en el aquellos que algún día fue tan tierno y llenaba el alma..."

Fedor Dostoievsky.

Con tanta guerra.

Que el colchón de mi cama se convierta en agua helada y la roca que está atada a mi cintura me lleve hasta el fondo del poso, que las nubes se desplomen y se desvorone la nada, que me arrastren al lleno si no puedo saltar al vacío, si es que a lo lejos se alzan mis sueños, cerca sobre mi se lanzan las pesadillas, sin justicia, sin libertad y ya sin ganas, ¿A quién le quedan esperanzas?

¿A dónde irá el siguiente paso?

¿A dónde irá el siguiente paso? Si la voz está herida, cuando canta no se oyen sino palabras seguidas de palabras, como un resital de frases necesarias, que no tocan, que no queman, que no sanan y no matan, como una bonita voz, bonita, como una lampara, como una cortina... miserable, una triste voz, que no dice nada, que mejor se queda callada.

Diciembre.

Las luces se encienden una vez más, alguna vez estube tan cerca, ahora es solo una esperanza, que condena y no deja descansar, ha desendido un año, se ha hecho lejano, ¿por qué no se puede huir como antes? ¿por qué no se puede soñar como antes? Aburre el paisaje, nada está esperado seguir en esta larga espera. Me sostiene de los pies, nado y lucho por soltarrme, infinitamente, la lluvia cae, no se detiene, no me detengo ¿Cómo salir de este encierro?

Los espantos no alcanzan mis pies.

El sueño viene y va, se espanta con mis pesamientos, con el silencio de mi pecho. Los fantasmas del suelo se desploman, cuando la valentia se muere tambien se mueren los miedos. No quiero salir de este aguero, escucho desde aqui los sueños muertos.

..

Las cosas suben y bajan,
están y no están,
días que pasan sin pasar,
que no cambian,
y no dicen nada,
suspiros llenos de vacío,
el aliento no se puede encontrar,
lo único que no se aleja
son mis ganas de escapar,
de huir a otro de lugar,
que alguien me diga
donde se puede soñar,
que alguien me diga
donde viven las sonrisas,
donde vive la libertad.

El ser invisible.

Una mañana era polvo, nunca volvió a sentarse allí, nunca volvió a leer ninguna novela que le hiciera llorar, nunca volvió a alimentar las palomas con maíz suave, no caminó mirando al piso, ni lloró su soledad nunca más, nunca nadie volvió a verle y ni diremos de hablarle, porque hace mucho nadie le hablaba, una mañana era polvo que volaba por allí cerca, era como siempre invisible, era como siempre nadie.