jueves, 12 de julio de 2012

La inalcanzable luna.


Lo siento, he tratado de engañarme, he tratado de engañarte a ti también, ¿Sabes cual es la diferencia entre amar la compañía y amar a alguien?

Perdona, tu no lo mereces…  no puedes crear lagrimas en quien creó en ti las mejores sonrisas, pero una vez más lo hago… me encanta hablar contigo, me encanta tu risa, me encanta que me hagas reír, me encanta escucharte y que me escuches, me encantan tus dulces palabras, me encanta tu compañía… pero por naturaleza amamos a la luna… lejana, brillante y hermosa, imposible de alcanzar. Si estuviésemos en la luna contemplaríamos, amaríamos y desearíamos la tierra, sus colores, su naturaleza, su vida, ella habría sido diosa en una lejana época, la tierra sería la confidente de muchos en las tristes, frías y solitarias noches, los poemas en vez de estar dedicados a la luna estarían dedicados a la tierra, más vivimos en la tierra y por ello la ignoramos. Si yo pudiese alcanzarla, me sentiría vacía, me sentiría perdida, no sabría que hacer, ella dejaría de ser para mí lo que es. 

Por naturaleza amamos la luna, por naturaleza amamos lo “inalcanzable”…

La gente que lee poco suele vivir en lo incierto, en lo que parece ser la tierra firme, suele estar intoxicada con las mentiras oficiales de la sociedad, con los pensamientos comunes, con la incapacidad de conocerse. Intoxicados con el único pensamiento que les han introducido toda la vida, suelen ser conformistas y llamar “vida” al simple hecho que respirar… 

Viven como cebollas, con capas y capas de desagradables palabras sin sentido, falsas. Intentan conocer el mundo aún sin conocerse a sí mismos, creyendo creer, creyendo sentir y criticando a todo aquel que piensa diferente.
Tu más que muchos otros me entiendes, tú sabes mi gran gusto por la literatura y lo mucho que ella logra influenciar en mí. Leyendo y leyendo tantas cosas del género “realista” (al que me dedico últimamente), del que busco y busco más libros que puedan golpearme y hacerme reaccionar, que puedan quitarme las capas de piel muerta y palabras falsas, he descubierto que si quiero a alguien más allá de solo palabras falsas, un tanto más allá de querer su compañía… alguien a quien no puedo querer, alguien que no puede quererme, alguien como la luna…
Eres como la tierra y cuando te pierda voy a sentirme vacía y triste, voy a extrañarte y tal vez llegue a arrepentirme, pero no es justo, no es justo contigo, tú que has tratado de curar mis heridas, de calmar mi llanto, de comprenderme, y yo… solamente voy a herirte, esta es la razón por la cual “queremos como amigos” a los chicos.

Dedicado a: mí querido “Ñaaaaa”.

Todo lo que no te diré, todo lo que no sabrás…

miércoles, 11 de julio de 2012

Borroso...


Regresa ese maldito dolor que me consume, pierdo la conciencia de todo lo que está pasando, solo puedo oír los gritos y risas, no alcanzo a asociar sus pensamientos, no puedo moverme, no puedo abrir mis ojos, no puedo pensar en nada más que dolor, que tristeza, que decepción de mi, de mi cuerpo.
Cuando por fin reacciono la clase parece estar normal, no sé cuánto tiempo ha pasado, lo único que quiero es huir, me levanto y camino hacia la puerta, avanzo por el pasillo mientras todo sigue estando borroso a mi alrededor, trato de guiarme por mis recuerdos lejanos del lugar, logro llegar al baño y apoyo mis codos en el tocador poniendo mi cabeza entre ellos, lloro y todo vuelve de nuevo, siento el dolor, no puedo respirar, pareciera que inhalara un gas helado y extraño, me asfixio, no puedo moverme, en cualquier momento mis piernas dejaran de sostenerse e inevitablemente caeré al piso, que está mojado con jabón y suciedad, escucho las voces del salón de al lado y las guitarras a lo lejos, justo en ese instante caeré, no podré sostenerme más y la mentira, y la farsa por pretender estar bien llegará a su fin, pero justo allí recobro conciencia y me sostengo, levanto mi vista al espejo con una sensación de alivio, veo mis ojos hundidos, mi cara pálida, siento una profundas ganas de vomitar, pero no pasa nada, voy atrás y me recuesto contra la pared, cierro los ojos, pretendo sentirme mejor, pero eso no ocurre, me mojo la cara, los brazos y las manos, vuelvo al pasillo.
En este momento todo se resume en cosas que dan vueltas a mi alrededor, sin poder identificar el camino, trato de ir hacia adelante y tropiezo con la pared, me recuesto nuevamente, ¿Cómo podría liberarme de esta tortura que viene a mi cada cierto tiempo y me destroza?
Regreso a mi silla y las miradas de todos se vuelven hacia mí, ahora lo comprendo, como los estúpidos e insensibles que se pueden encontrar aquí, pensaban que dormía mientras me retorcía, sin poder abrir los ojos, sin poder comprenderlos.
Al sentarme todo sigue dando vueltas y cuando por fin se calma, el mundo se siente tan lejano, oigo mi nombre ser pronunciado por la profesora a lo lejos, como una voz borrosa y poco comprensible salvo algunas palabras, muchas voces se unen hablando a destiempo, formando una asquerosa melodía de murmullos… sigo escribiendo por inercia, estoy perdiendo el sentido.
Luego de un gran rato allí sentada mirando a la nada, dan la orden de salida, tomo mis cosas y camino rápidamente a la salida, cruzo la zona donde están todos los buses y cuando me encuentro sola en el gran prado, comienzo a correr tan rápido como puedo, tengo que escapar de ese maldito mundo de esos infelices que se burlan de mi dolor, de mi tristeza.
Mientras corro a duras penas puedo distinguir el camino por el cambio de colores en el piso y por mis recuerdos de las tantas veces que he pasado por allí, corro… y corro tan rápido sin sentir alivio, todo cambia de forma drástica, por un momento no sé donde estoy, por un momento siento caer al piso…
Abro mis ojos, distingo la hierba que me rodea, si, perdí el conocimiento, pero es como si no lo hubiera hecho, nadie estaba allí. Observo el reloj y la hora del almuerzo ya ha terminado, me levanto con el estomago vacío y regreso de vuelta al colegio…  

¿Será esto amor u obsesión?


Tal como en el libro he conocido a “desquiciados” aunque yo los llamaría de otra manera, creo que estos son un prototipo de hombre que me encanta, aquellos que escriben como yo, de su soledad, sobre el odio profundo que pueden llegar a almacenar en sí mismos y de repente estallar, ese tipo de hombre que es sarcástico y realista, aquel que dicen parecerle “aventurezcos” mis sueños – que son visionarios, llenos de pasión que sale a flote cada vez que hablo del futuro positivo – pero aún así le encanta oírme contar todo aquello, aquel que es extremadamente loco a veces, pero extremadamente pesimista a veces, aquel que odia con todo su ser, pero cuando ama…ama también con todo lo que puede ofrecer, aquel que podría hacer mucho daño, pero lo haría a su manera.
Ese que es un poco más que realidad, ese que solamente necesita algo para ser feliz (aparte de lo necesario) AMOR, compañía. Aquel que saborea el sabor de la sangre, que enfrenta la muerte con una fría y cruel pero a la vez deseable manera de hablar y actuar. Aquel al que mi sonrisa encandelilla y lo ciega del mundo y su horrible verdad.
Ese que es capaz de ver la miseria de su ser – que en realidad todos guardamos en rincones apartados – y aún así seguir siendo engreído y seguro. Aquel que simplemente no necesita esforzarse para ser diferente, que no vive ocultando sus defectos, que se abre hacía mí sin censuras y me muestra la crueldad de su ser, que me cuenta de sus deseos y además admite incluirme en ellos. Me produce miedo… miedo de lo desconocido.
Que sin un gran esfuerzo podría llenarme y yo a él.
Es seco y ardiente en cada una de sus palabras. Soy la única persona que puede comprender su locura, me lo confesó una de las tantas noches que nos desvelamos hablando y así es, lo entiendo, lo escucho y trato de enloquecerme como él, pero él no puede entenderme, no sigue mis locuras de huída y aunque intenta consolarme cuando lloro desconsoladamente jamás lo logra. Sé que es una de las cosas que más odia que haga, noto que se desestabiliza e intenta decirme de manera sutil lo patético que es (y yo siempre lo ignoro), aún así no deja de atraerme su crueldad incluso cuando la usa contra mí.
Dormir a su lado es extraño, aunque ninguno se atreva a acercarse por miedo a desatar la pasión que en realidad ya fue desatada. Me habla de cuanto extraña mis caricias, mi cabeza en su pecho y mis dedos golpeando suavemente sus manos al ritmo de su corazón agitado por mi cercanía, mis ojos y mi forma coqueta de hablarle, el dice que aunque las chicas no podamos notarlo, eso los enloquece, tanto como yo a él.
Reprocha mis caprichos y rara vez los complace, hace cosas para hacerme enojar y yo hago cosas para desafiarlo, nos enojamos y callamos ambos, camino muy lento y arrastrando los pies, el camina a mi lado imitando no esperarme, me mira y me dice con voz seca - No te entiendo, te pregunté que querías de mi y no respondiste, te limitaste a cambiar el tema - y vuelve su mirada al lejano y oscuro horizonte.
Entonces me detengo y lo miro a los ojos – Tal vez simplemente no lo sé, pero tampoco quiero saberlo, soy feliz así, no me gusta delimitar lo que solo el tiempo puede definir.
Guarda silencio… como si me comprendiera. – Es que… es extraño andar contigo, hace mucho tiempo que no hablaba con alguien como tú – dice tratando de parecer sincero.
- Tú y tu rotundo no, no importa lo que diga siempre intentas contradecirme, siempre dices “no” y no importa lo que haga no logro cambiarlo.
Dejo de mirarlo con un gesto brusco, pero no acelero mi paso y el sigue allí sin saber que decir, en ese instante un beso hubiese valido más que todas la palabras del mundo…
El es como el fuego, yo soy como el agua, nos hacemos daño, pero juntos… el universo parece ser nuestro, el universo que hemos inventado, donde solo nosotros dos podemos estar, que solo nosotros podemos comprender, un montón de palabras sin sentido (al parecer) con las que conversamos siempre y que nadie más podría entender.
Ama mi extravagante risa, mis carcajadas, mi sentido del humor con todo lo que dice, mi sonrisa lo hipnotiza, puedo notarlo, le encanta cuando me río de sus chistes y en el aire queda una sensación rara cuando no logro entenderlos.
Cuando yo estoy activa el está cansado, cuando yo estoy serena el está activo, cuando me abraza… el mundo se desvanece, me pierdo en sus musculosos brazos que me protegen de todo lo que se acerca.
Compartimos el gusto por la astronomía, observo la luna tratando de enfocarla con mi inexperiencia, el tiempo se escapa y  aunque mi camisa tenga mangas cortas, no puedo sentir el intenso frío de la montaña, mientras lo tengo a él el pecho deja de dolerme, dejo ahogarme y asfixiarme con ese extraño gas “aire” que a veces parezco desconocer, oigo su respiración cerca, siento el suave calor que emite su cuerpo aún sin tocarme, un débil aire caliente llega a mi cuello, me pongo nerviosa y las manos empiezan a temblarme, aunque por la oscuridad de la noche el no puede notarlo, deseo poder besarlo, deseo poder tenerlo, pero esquivo cada una de sus leves señales.
Otra de las pocas cosas en las que coincidimos, es el amor por la lectura y la escritura, nuestra inmensa soledad nos condujo a los mejores caminos, a leer a para conocer, para “socializar” y a escribir para expresarnos ya que no lo hacemos con nadie más, solíamos escribirnos poemas, pero hemos perdido tanta comunicación que ya no lo hacemos, el es mi mejor amigo, es mi complemento, con el puedo ser quien no soy con las demás personas, quien no me atrevo a ser en la sociedad, pero a su vez, con el no puedo ser quien soy con la sociedad, es extraño… él es tal cual conmigo, me cuenta sus secretos y locuras, soy su única compañía, su única confidente, la única voz melodiosa que solía darle las buenas noches y desearle que soñara con caramelo…  fue luego de estar lejos fue que pude comprender porque odia tanto que llore en sus brazos, esa noche le pregunte como estaba, y respondió lejanamente – bien..-
- ¿Bien? ¿Estás bien bien  o… bien solamente? ¿Estás feliz?
y después de darme sus largos motivos por los cuales estaba “bien” y por los cuales no podía estar “bien bien” dijo con una voz temblorosa y suave – Hablar contigo me da paz… me hace olvidar de los días de tantos problemas… cuando hablo contigo y luego me duermo, sueño cosas bonitas, pero a veces cuando no te tengo, me duermo pidiendole Dios no amanecer vivo…”
Y me quede callada, a punto de romper en llanto, sin poder hacer nada, sin poder abrazarlo, sin poder consolarlo, viendo como se derrumbaba y yo no podía hacer nada, me sentí fría y triste, sin consuelo, vacía… derrumbada.
Lo único que nos hace parecidos es la soledad en la cual vivimos, la ausencia de calor en el pecho…
Mientras yo soy positiva, el negativo, mientras el escucha un tipo de música yo lo detesto y viceversa, mientras él se conforma, yo me rebelo, mientras él es violento, yo soy calmada, mientras yo amo algo, el lo odia… mientras yo río y sueño y lloro desconsoladamente, el guarda sus lagrimas, el se llena del odio que nunca podré sentir porque para mí nunca nadie podrá merecerlo, no creo en nada, ni en Dios… el parece si hacerlo (como muchas de las personas actuales, que creen tener esa necesidad… que creen creer en algo, cuando solamente repiten las frases que dijo alguien algún día amenazando con una “pistola” a un pobre indígena que tuvo que pasar esto a la siguiente generación..)
El se decepcionó cuando hable sobre mi teoría del “amor” de ese sentimiento aparentemente vacío, que yo solo conocía por mis padres… fríos, secos, realistas, dos personas que aman su compañía pero que jamás podrán amarse de verdad, ni amarme a mí, ni a mi hermano, solamente pueden sentir la necesidad de tenerse cerca, de tener compañía y nada más, que aunque sé que el amor existe…no puedo sentirlo, mientras yo soy seca en mis sentimientos, el… el odia y ama de verdad… dos cosas que aparentemente mi “corazón” no me permite hacer y que envidio profundamente…
Pero si puedo desear sus labios, sus abrazos, su calor, su mirada, su risa, su respiración en mi cuello, sus susurros en mi oído, las caricias que nunca me ha dado, la seguridad de estar cerca de él…
Tengo miedo… miedo de él, huyo de él y a la vez lo busco, el me hace dudar de mi teoría, me hace pensar que tal vez lo amo… aunque sea un poco y aunque eso a mi parecer suene completamente patético, sé que nunca llegaremos a ser más que amigos, no es lo que busco, no soy lo que busca, como el amor imposible, que es el más deseado, a sí tiene que ser, como la hermosa luna que es tan atractiva porque nunca podremos alcanzarla, y el día que la alcancemos dejará de ser hermosa y valiosa… algo formalizado solo nos destruiría a ambos, como dicen por ahí “no somos el uno para el otro”, vivimos en mundos diferentes, el uno hundiría a otro, nos destruiríamos mutuamente…
Si pudiera entender ¿es esto el supuesto amor? ¿Aquel en el que no creo?