Tal como en el libro he conocido a “desquiciados” aunque yo los llamaría de otra manera, creo que estos son un
prototipo de hombre que me encanta, aquellos que escriben como yo, de su soledad, sobre el odio profundo que pueden llegar a almacenar en sí
mismos y de repente estallar, ese tipo de hombre que es sarcástico y realista,
aquel que dicen parecerle “aventurezcos” mis sueños – que son visionarios, llenos
de pasión que sale a flote cada vez que hablo del futuro positivo –
pero aún así le encanta oírme contar todo aquello, aquel que es extremadamente
loco a veces, pero extremadamente pesimista a veces, aquel que odia con todo su
ser, pero cuando ama…ama también con todo lo que puede ofrecer, aquel que
podría hacer mucho daño, pero lo haría a su manera.
Ese que es un poco más que realidad, ese que solamente necesita
algo para ser feliz (aparte de lo necesario) AMOR, compañía. Aquel que saborea
el sabor de la sangre, que enfrenta la muerte con una fría y cruel pero a la vez
deseable manera de hablar y actuar. Aquel al que mi sonrisa encandelilla y lo
ciega del mundo y su horrible verdad.
Ese que es capaz de ver la miseria de su ser – que en
realidad todos guardamos en rincones apartados – y aún así seguir siendo engreído
y seguro. Aquel que simplemente no necesita esforzarse para ser diferente, que
no vive ocultando sus defectos, que se abre hacía mí sin censuras y me muestra
la crueldad de su ser, que me cuenta de sus deseos y además admite incluirme en
ellos. Me produce miedo… miedo de lo desconocido.
Que sin un gran esfuerzo podría llenarme y yo a él.
Es seco y ardiente en cada una de sus palabras. Soy la única
persona que puede comprender su locura, me lo confesó una de las tantas noches
que nos desvelamos hablando y así es, lo entiendo, lo escucho y trato de enloquecerme
como él, pero él no puede entenderme, no sigue mis locuras de huída y aunque
intenta consolarme cuando lloro desconsoladamente jamás lo logra. Sé que es una
de las cosas que más odia que haga, noto que se desestabiliza e intenta decirme
de manera sutil lo patético que es (y yo siempre lo ignoro), aún así no deja de
atraerme su crueldad incluso cuando la usa contra mí.
Dormir a su lado es extraño, aunque ninguno se atreva a
acercarse por miedo a desatar la pasión que en realidad ya fue desatada. Me
habla de cuanto extraña mis caricias, mi cabeza en su pecho y mis dedos
golpeando suavemente sus manos al ritmo de su corazón agitado por mi cercanía,
mis ojos y mi forma coqueta de hablarle, el dice que aunque las chicas no podamos
notarlo, eso los enloquece, tanto como yo a él.
Reprocha mis caprichos y rara vez los complace, hace cosas
para hacerme enojar y yo hago cosas para desafiarlo, nos enojamos y callamos
ambos, camino muy lento y arrastrando los pies, el camina a mi lado imitando no
esperarme, me mira y me dice con voz seca - No te entiendo, te pregunté que
querías de mi y no respondiste, te limitaste a cambiar el tema - y vuelve su
mirada al lejano y oscuro horizonte.
Entonces me detengo y lo miro a los ojos – Tal vez simplemente no lo sé, pero
tampoco quiero saberlo, soy feliz así, no me gusta delimitar lo que solo el
tiempo puede definir.
Guarda silencio… como si me comprendiera. – Es que… es extraño
andar contigo, hace mucho tiempo que no hablaba con alguien como tú – dice tratando
de parecer sincero.
- Tú y tu rotundo no, no importa lo que diga siempre intentas contradecirme,
siempre dices “no” y no importa lo que haga no logro cambiarlo.
Dejo de mirarlo con un gesto brusco, pero no acelero mi paso
y el sigue allí sin saber que decir, en ese instante un beso hubiese valido más
que todas la palabras del mundo…
El es como el fuego, yo soy como el agua, nos hacemos daño,
pero juntos… el universo parece ser nuestro, el universo que hemos inventado,
donde solo nosotros dos podemos estar, que solo nosotros podemos comprender, un
montón de palabras sin sentido (al parecer) con las que conversamos siempre y
que nadie más podría entender.
Ama mi extravagante risa, mis carcajadas, mi sentido del
humor con todo lo que dice, mi sonrisa lo hipnotiza, puedo notarlo, le encanta
cuando me río de sus chistes y en el aire queda una sensación rara cuando no
logro entenderlos.
Cuando yo estoy activa el está cansado, cuando yo estoy
serena el está activo, cuando me abraza… el mundo se desvanece, me pierdo en
sus musculosos brazos que me protegen de todo lo que se acerca.
Compartimos el gusto por la astronomía, observo la luna
tratando de enfocarla con mi inexperiencia, el tiempo se escapa y aunque mi camisa tenga mangas cortas, no puedo
sentir el intenso frío de la montaña, mientras lo tengo a él el pecho deja de
dolerme, dejo ahogarme y asfixiarme con ese extraño gas “aire” que a veces
parezco desconocer, oigo su respiración cerca, siento el suave calor que emite
su cuerpo aún sin tocarme, un débil aire caliente llega a mi cuello, me pongo
nerviosa y las manos empiezan a temblarme, aunque por la oscuridad de la noche
el no puede notarlo, deseo poder besarlo, deseo poder tenerlo, pero esquivo
cada una de sus leves señales.
Otra de las pocas cosas en las que coincidimos, es el amor
por la lectura y la escritura, nuestra inmensa soledad nos condujo a los
mejores caminos, a leer a para conocer, para “socializar” y a escribir para
expresarnos ya que no lo hacemos con nadie más, solíamos escribirnos poemas,
pero hemos perdido tanta comunicación que ya no lo hacemos, el es mi mejor
amigo, es mi complemento, con el puedo ser quien no soy con las demás personas,
quien no me atrevo a ser en la sociedad, pero a su vez, con el no puedo ser
quien soy con la sociedad, es extraño… él es tal cual conmigo, me cuenta sus
secretos y locuras, soy su única compañía, su única confidente, la única voz
melodiosa que solía darle las buenas noches y desearle que soñara con caramelo… fue luego de estar lejos fue que pude
comprender porque odia tanto que llore en sus brazos, esa noche le pregunte
como estaba, y respondió lejanamente – bien..-
- ¿Bien? ¿Estás bien bien o… bien
solamente? ¿Estás feliz?
y después de darme sus largos motivos por los cuales estaba “bien” y por los
cuales no podía estar “bien bien” dijo con una voz temblorosa y suave – Hablar
contigo me da paz… me hace olvidar de los días de tantos problemas… cuando
hablo contigo y luego me duermo, sueño cosas bonitas, pero a veces cuando no te
tengo, me duermo pidiendole Dios no amanecer vivo…”
Y me quede callada, a punto de romper en llanto, sin poder hacer nada, sin
poder abrazarlo, sin poder consolarlo, viendo como se derrumbaba y yo no podía
hacer nada, me sentí fría y triste, sin consuelo, vacía… derrumbada.
Lo único que nos hace parecidos es la soledad en la cual
vivimos, la ausencia de calor en el pecho…
Mientras yo soy positiva, el negativo, mientras el escucha un tipo de música yo
lo detesto y viceversa, mientras él se conforma, yo me rebelo, mientras él es
violento, yo soy calmada, mientras yo amo algo, el lo odia… mientras yo río y
sueño y lloro desconsoladamente, el guarda sus lagrimas, el se llena del odio
que nunca podré sentir porque para mí nunca nadie podrá merecerlo, no creo en
nada, ni en Dios… el parece si hacerlo (como muchas de las personas actuales,
que creen tener esa necesidad… que creen creer en algo, cuando solamente repiten
las frases que dijo alguien algún día amenazando con una “pistola” a un pobre indígena
que tuvo que pasar esto a la siguiente generación..)
El se decepcionó cuando hable sobre mi teoría del “amor” de
ese sentimiento aparentemente vacío, que yo solo conocía por mis padres… fríos,
secos, realistas, dos personas que aman su compañía pero que jamás podrán
amarse de verdad, ni amarme a mí, ni a mi hermano, solamente pueden sentir la
necesidad de tenerse cerca, de tener compañía y nada más, que aunque sé que el
amor existe…no puedo sentirlo, mientras yo soy seca en mis sentimientos, el… el odia y ama de verdad… dos cosas que aparentemente mi “corazón”
no me permite hacer y que envidio profundamente…
Pero si puedo desear sus labios, sus abrazos, su calor, su
mirada, su risa, su respiración en mi cuello, sus susurros en mi oído, las
caricias que nunca me ha dado, la seguridad de estar cerca de él…
Tengo miedo… miedo de él, huyo de él y a la vez lo busco, el
me hace dudar de mi teoría, me hace pensar que tal vez lo amo… aunque sea un
poco y aunque eso a mi parecer suene completamente patético, sé que nunca llegaremos a ser más que amigos, no es lo que busco, no soy lo que busca, como el amor imposible,
que es el más deseado, a sí tiene que ser, como la hermosa luna que es tan
atractiva porque nunca podremos alcanzarla, y el día que la alcancemos dejará de
ser hermosa y valiosa… algo formalizado solo nos destruiría a ambos, como dicen
por ahí “no somos el uno para el otro”, vivimos en mundos diferentes, el uno
hundiría a otro, nos destruiríamos mutuamente…
Si pudiera entender ¿es
esto el supuesto amor? ¿Aquel en el que no creo?
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