viernes, 31 de agosto de 2012

Sueños ocacionales.


No sé lo que siento, o tal vez sí, pero me faltan palabras para poderlo definir, solo puedo decir que me duele… Me duele una vez más, ya no sé si me duele más o menos, he perdido esa noción, ya ni siquiera tengo lagrimas en mis mejillas, tengo una sonrisa confortadora y bella que no me ayuda en nada, pero la prefiero a mi rostro neutro, sé el porqué, ha regresado, regresa eventualmente, cuando oigo gritos, cuando “alguien” maldice todo esto, me hiere, quiero volver al lugar donde empezó todo, al lugar donde todo esto no eran restos de la “historia feliz”, al silencio, al calor, a los abrazos que ya no tengo, a las palabras consoladoras. A donde existía la posibilidad de llorar y no era necesario ocultar en hojas todo lo que no puedo gritar, ni llorar.
Pero entre mi insensible apariencia desde el fondo mi espíritu puede revelarme sus secretos en las noches cuando logro dormir y sueño “sueños”.
Parada en el pequeño borde de la ventana del último piso de un gran edificio, me recuesto de golpe, lloro como una pequeña niña, por fin grito tan fuerte como puedo mientras observo como el viento destruye parte por parte cada cosa de lo que era, observo a la muerte que me mira acercándose en forma de remolino gigante, antes de que pueda alcanzarme empiezo a desconocer el “aire” que me rodea y empiezo a asfixiarme… se acerca una voz susurrando palabras que no son solo palabras “no te odio, solo tenía rabia, perdón” dándole la razón a tantos que han intentado consolarme excusándolo todo con eso. 
El gran edificio se hunde y yo con él, pero es más rápido que yo y mientras solo puedo sentir el vacío se transforma la horrible ciudad y su destrucción en un lugar verde, lleno de vida y caigo en hojas gigantes y me deslizo al suelo acolchonado, simplemente algo maravilloso.

Otra de tantas veces.


Me encontré de nuevo bajo el agua fría que recorría mi cuerpo haciendo su mayor esfuerzo por acariciarme y hacerme sentir el calor del abrazo que no tendría una vez más, el metal fuerte a todo volumen intentaba calmarme, aquel que tantas veces intento callar los gritos y golpes que afuera se escuchaban, el único capaz de expresar mi dolor, el único capaz de comprender el desgarre de mi vacío, como puede el mundo sentir mi dolor… solo yo puedo sentirlo y lo prefiero físico, es un intento en vano por transformarlo, que sé yo, como a la energía? Y aunque mis uñas logran desgarrar un poco de piel, realmente ni siquiera duele, ni siquiera lo siento, ni un poco.
Perdida en pensamientos de recuerdos e historias metafóricas que siempre invento para mí, mis piernas y brazos empiezan a dormirse, el frío no es tan frío en realidad cuando calor no se interpone, retornan mis ganas de huir, aún así sigo anclada aquí.