martes, 28 de enero de 2014

Rayones de la ciudad.


La ciudad, el constante escenario por el que nos movilizamos diariamente es también un medio comunicación que a menudo ignoramos, signos y mensajes de rebeldía en las paredes y plazoletas, “amores por siempre” que tal vez ya hayan terminado, grabados en cada rincón de un muro, carteles que anuncian eventos, que denuncian injusticias.

Sin embargo es un medio de comunicación bastante particular, la información permanece allí para quien se anime a buscarla o para quien por casualidad la encuentre, un medio de comunicación para el que desee verlo o para el que desee ignorarlo.

En el ir y venir de la rutina, caminamos por la calle viendo, pero sin mirar aquellos murales que desde anonimato intentan entrar en nuestra vida, intentan crear consciencia y movimiento, movimiento en el ser, en los pensamientos y sentimientos, que intentan de alguna manera atraparnos en su mensaje y mostrar de otra forma lo que vivimos, aunque sin duda alguna nos limitamos a pasar nuestros ojos sobre ellos y seguir el camino.

Y en esta ciudad llena de “rayones” –como hemos decidido llamarlos– también podemos encontrar otros símbolos a los cuales no hace falta buscarles más significado, aquellos que mantienen el orden en la vía. Necesarios y cotidianos aunque a veces se pasen por alto.

¿Cómo vería la luna nuestra ciudad si pudiese acercase un poquito más? Se fijaría tal vez en los “PARES”, las flechas y las cebras pintadas en el maltratado pavimento, en los grafitis de los parques, en los carteles arrancados a pedazos de las paredes. Se fijaría tal vez en la indiferencia de quienes caminan mirando solo hacía al frente y de vez en cuando a cada lado para cruzar la calle, tal vez percibiría en el ambiente las nubes de pensamiento de esos autómatas que arrastran sus pies con prisa sin mirar al cielo, que le ignoran, como a todo.

Noches blancas.

"Porque lo cierto es que creces, te haces hombre, sobrevives a tus viejos ideales que se convierten en polvo, en pedazos; Y si no tienes otra vida, te ves obligado a construirla con ellos, con los pedazos. ¡Y mientras tanto algo muy diferente está deseando y pidiendo tu alma! ¡Y mientras tanto inútilmente el soñador se revuelve entre sus cenizas, en sus viejos sueños, buscando entre polvo una mínima chispa para inflamarla, para que con el fuego recuperado se tibie el corazón entumecido y conseguir que nazca en el aquellos que algún día fue tan tierno y llenaba el alma..."

Fedor Dostoievsky.

Con tanta guerra.

Que el colchón de mi cama se convierta en agua helada y la roca que está atada a mi cintura me lleve hasta el fondo del poso, que las nubes se desplomen y se desvorone la nada, que me arrastren al lleno si no puedo saltar al vacío, si es que a lo lejos se alzan mis sueños, cerca sobre mi se lanzan las pesadillas, sin justicia, sin libertad y ya sin ganas, ¿A quién le quedan esperanzas?

¿A dónde irá el siguiente paso?

¿A dónde irá el siguiente paso? Si la voz está herida, cuando canta no se oyen sino palabras seguidas de palabras, como un resital de frases necesarias, que no tocan, que no queman, que no sanan y no matan, como una bonita voz, bonita, como una lampara, como una cortina... miserable, una triste voz, que no dice nada, que mejor se queda callada.

Diciembre.

Las luces se encienden una vez más, alguna vez estube tan cerca, ahora es solo una esperanza, que condena y no deja descansar, ha desendido un año, se ha hecho lejano, ¿por qué no se puede huir como antes? ¿por qué no se puede soñar como antes? Aburre el paisaje, nada está esperado seguir en esta larga espera. Me sostiene de los pies, nado y lucho por soltarrme, infinitamente, la lluvia cae, no se detiene, no me detengo ¿Cómo salir de este encierro?

Los espantos no alcanzan mis pies.

El sueño viene y va, se espanta con mis pesamientos, con el silencio de mi pecho. Los fantasmas del suelo se desploman, cuando la valentia se muere tambien se mueren los miedos. No quiero salir de este aguero, escucho desde aqui los sueños muertos.

..

Las cosas suben y bajan,
están y no están,
días que pasan sin pasar,
que no cambian,
y no dicen nada,
suspiros llenos de vacío,
el aliento no se puede encontrar,
lo único que no se aleja
son mis ganas de escapar,
de huir a otro de lugar,
que alguien me diga
donde se puede soñar,
que alguien me diga
donde viven las sonrisas,
donde vive la libertad.

El ser invisible.

Una mañana era polvo, nunca volvió a sentarse allí, nunca volvió a leer ninguna novela que le hiciera llorar, nunca volvió a alimentar las palomas con maíz suave, no caminó mirando al piso, ni lloró su soledad nunca más, nunca nadie volvió a verle y ni diremos de hablarle, porque hace mucho nadie le hablaba, una mañana era polvo que volaba por allí cerca, era como siempre invisible, era como siempre nadie.