domingo, 20 de octubre de 2013

Pequeña golondrina.

El sol comenzó a asomarse entre las ramas de los altos arboles, que en pleno otoño irradiaban una infinita tranquilidad, una suave brisa hacía que las ramas de los arboles se mecieran lentamente y produjeran un sonido arrullador, la pequeña golondrina abría sus ojos por primera vez, encontrándose con tan magnífico espectáculo que la rodeaba. Totalmente sola, la pequeña a duras penas diferenciaba los colores, el nido casi destruido ubicado en una pequeña y baja entrada en rocas de la montaña había sido abandonado por sus padres que en extrañas circunstancias no habían encontrado más remedio que migrar al sur, por el terrible frío que azotaba el bosque, sin saber que de sus crías ella había sobrevivido.