martes, 28 de enero de 2014

Rayones de la ciudad.


La ciudad, el constante escenario por el que nos movilizamos diariamente es también un medio comunicación que a menudo ignoramos, signos y mensajes de rebeldía en las paredes y plazoletas, “amores por siempre” que tal vez ya hayan terminado, grabados en cada rincón de un muro, carteles que anuncian eventos, que denuncian injusticias.

Sin embargo es un medio de comunicación bastante particular, la información permanece allí para quien se anime a buscarla o para quien por casualidad la encuentre, un medio de comunicación para el que desee verlo o para el que desee ignorarlo.

En el ir y venir de la rutina, caminamos por la calle viendo, pero sin mirar aquellos murales que desde anonimato intentan entrar en nuestra vida, intentan crear consciencia y movimiento, movimiento en el ser, en los pensamientos y sentimientos, que intentan de alguna manera atraparnos en su mensaje y mostrar de otra forma lo que vivimos, aunque sin duda alguna nos limitamos a pasar nuestros ojos sobre ellos y seguir el camino.

Y en esta ciudad llena de “rayones” –como hemos decidido llamarlos– también podemos encontrar otros símbolos a los cuales no hace falta buscarles más significado, aquellos que mantienen el orden en la vía. Necesarios y cotidianos aunque a veces se pasen por alto.

¿Cómo vería la luna nuestra ciudad si pudiese acercase un poquito más? Se fijaría tal vez en los “PARES”, las flechas y las cebras pintadas en el maltratado pavimento, en los grafitis de los parques, en los carteles arrancados a pedazos de las paredes. Se fijaría tal vez en la indiferencia de quienes caminan mirando solo hacía al frente y de vez en cuando a cada lado para cruzar la calle, tal vez percibiría en el ambiente las nubes de pensamiento de esos autómatas que arrastran sus pies con prisa sin mirar al cielo, que le ignoran, como a todo.

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