domingo, 18 de mayo de 2014

...

La soledad ha estado escondida, escondida en mi mirada, en mis pasos, en el viento que me lleva lejos, se ha amarrado a las patas de mi cama y me ha tomado por los pies como su prisionera. Una prisionera ausente, tranquila, a la que el oxigeno se le agota de repente, sin tanto alboroto.

No se puede escapar de ella, está a mi lado cuando duermo, está observando mis ojos cuando despierto... y la veo, en la oscuridad de una habitación muy llena de abrumadores desastres, llena de las inservibles horas de insomnio, muy llena de espantos que acosan mis sueños, que me gritan en la madrugada que todo puede ser malo, que se incendiara el futuro, que nada se salvará, que todo vuelve a empezar una y otra vez.

Pero esta vez desconozco, a esta persona, se ve extraña, actúa extraño, impulsiva, manipuladora, no hallo como solucionarlo, he de cuidar a la victima, antes de que huya.

Me asusto, la desesperación ha estado todo este tiempo agarrada de mi espalda, y ahora, me devora el cuello, se traga mi carne y mi calma con unos colmillos afilados que también ha querido mostrarme en sueños.

No hay comentarios:

Publicar un comentario