sábado, 7 de septiembre de 2019

Crecer.... es muy raro crecer.... irse de casa y saber, que no se vuelve. Dejar, cambiar, cambiar para siempre y tomar decisiones en las que uno confía. Es raro, muy raro. El agua se mueve en mi pecho pero ya no entiendo que me dice, ya no me agita, a lo mucho logra llamar mi atención. Me parece lejanamente incomprensible, tan extraña... y sin embargo ahora las preguntas se han difuminado y me han dejado una sola e inmensa respuesta que yo conozco muy bien, que enlaza todos los temores, todas las historias, todos los vacíos y las tristezas y que es irremediablemente definitiva....

Y que es triste, precisamente porque no puedo cambiarla y ya no me desespera y ya no puedo luchar contra ella. No quiero hacerlo tampoco. La sé cierta y trato de buscar a mi alrededor y trato de encontrar una guía, una voz que la desmienta y no, no aparece nadie. Miro al piso, miro adentro y la abrazo, es mi respuesta, es mía...

Quiero ser mi héroe e intento cada cosa, que mejorar esto, lo otro. Quiero ser fuerte, quiero ser valiente, quiero tener una voz, y funciona y no funciona a la vez, se contradicen las situaciones, los personajes, se me hace un embrollo y mis teorías de la vida me enredan los pies y me tumban. Me levanto y solo me queda confiar, en mí, en la vida, en él... Confiar es bueno y malo, no puedo decidirlo. No puedo dividirme en mente y sentimientos, soy una mezcla y en ambas partes soy yo y es mi mente y son mis sentimientos y al final, no llegamos a nada, seguimos confiando, pero confiando mientras se siente que se camina en una cuerda floja. Que tal vez se rompa y caiga yo, al estanque de la respuesta absoluta donde solo hay una tristeza, una sola, definitiva e inmensa....

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