viernes, 30 de octubre de 2015

El mundo está vacío.

Las ideas se han ido a otro lado. No hay tristeza, no hay alegría. Pienso en los libros, las historias que están escritas, las que han vivido en mí, las que yo misma he narrado, las que no he leído aún, que me esperan, apilonadas en mi biblioteca, ya no puedo imaginarlas, ya no puedo sentirlas. Pienso en las canciones ¿Qué pueden revelarme ellas? ¿Hay algo nuevo que cantar? Todas las notas parecen demasiado altas ahora. Me acuerdo de las risas, puedo recordarlas, una risas bellas, carcajadas, reíamos a carcajadas y me sentía feliz, ¿De qué nos reímos? ¿Qué era tan gracioso? No puedo imaginar cosas graciosas ahora, no lo comprendo. Y los gritos, ¡sí que solíamos gritar y gritar! ¿Por qué gritábamos tanto? Parece absurdo desde aquí, pero podría gritarle de nuevo, de hecho, las cosas se han vuelto absurdas. Pienso en los viajes, el mundo está vacío, no hay nadie allí afuera, no hay nadie aquí adentro, nada me espera, nada espero. Y recuerdo también, lloraba y me desvelaba, que podía ser tan intenso, tan terrible, ya nada parece terrible, ya nada parece ser bueno. El mundo está vacío, mi cuerpo está vacío, no hay nadie aquí adentro, no sé a donde he ido, no sé si quiero que alguien me rescate como solía querer antes, no sé si quiero quedarme, las ideas se han ido a otro lado, conmigo y sin mí.

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