jueves, 17 de mayo de 2018

Los muertos que bajan por el río.

Recuerdo la quebrada. A la que no volveremos. La que nos robaron. El sonido del agua disolvía todas las preguntas. La vida era sin mas, nada mas importaba. Era feliz ahí.

Esta es una burbuja. La luz se refleja en su superficie y maravillados no miramos lo que hay afuera. O a veces necesitamos no poder verlo.

El agua de los ríos de María Isabel Espinosa es distinta al agua que baja por la quebrada y sonido lo es también. Cuando el agua baja por el río Cauca de mi mente, no hay calma, es feroz y fuerte y golpea y te estruja el alma y resulta que el río está lleno de lágrimas y resulta que el río está lleno de súplicas. ¡Para, detente por favor! ¡Por favor! ¡Por favor! Y cada uno que baja es un hijo, cada uno que baja necesita una madre adoptiva, mientras la propia es en sí misma un caudal, un grito de desesperación cada noche. Y si podemos pensar que las familias adoptivas de los cuerpos que bajan por el río son un triste consuelo. Es inaudito pensar que exista un hijo adoptivo que sea suficiente para una familia que ha perdido al suyo.

Puedo acaso preguntar si de verdad, si de verdad, si están seguros seguros de que no es un mal sueño de una mujer con gran imaginación, puedo suplicar, que por favor, que por favor, que por favor, que por favor, ella nos confiese que así ha sido. Y lo prometo, ¡Que la disculpamos! ¡Que la perdonamos! ¡Que inmediatamente nos olvidaremos de todo el dolor que nos ha causado con su ocurrencia! ¡Lo prometo! ¡Lo prometo! ¡Lo prometo! Que no le reprocharíamos ni una palabra, ¡Lo prometo! ¡De verdad! De verdad..... De verdad.... De verdad..... De verdad..... De verdad..... Ojalá...

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