Tal parece que las formas y los colores
se acentúan en los sueños
después de danzar con las palabras.
Renace el entorno,
se reconfigura, renace,
al tiempo que renace el alma en la ilusión.
A la hora en que la tarde se enrojece
y toman fuerza las pasiones,
un rojo parece oxigenar, dar vida...
Un rojo que se va mezclando,
al pasar de las semanas y las horas,
con la certeza y el azul nocturno.
Púrpura que se instaura en la esencia,
organiza la vida, los instantes escasos,
el salivar de la garganta vacía cada tarde,
en la ansiedad del olor intenso e inalcanzable
de la carne.
Y ahora, roja, humeante,
tiene sentido: cuando la tarde cae tenue,
sin saber cómo, intensa,
sabe y se sabe, completa.
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