domingo, 17 de marzo de 2019

Un susurro

Los dos golpes en la puerta sonaron inequívocamente tal como suena su nombre. Los vi, se veían como sus ojos. Los sentí, se sentían como su abrazo; y su olor, por supuesto, era inconfundiblemente el suyo.

Escalofríos me recorrieron en el caminar a la puerta. Vi su silueta. Las manos temblaron y temerosas cargaron el corazón liviano en ellas, a riesgo de permitirse una caída más, me reclamaron la prudencia de la que todo rastro había desaparecido. Su voz se asomó en sus labios pronunciando un saludo que era más un susurro...

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