Pasan los días, las horas, los minutos, instalado en un rincón, me mira y sonríe de vez en cuando, después de tanto tiempo se anima a decir una par de palabras, un par de gotas de aliento para mi alma, que se reconforta y camina dando saltos por la calle como una dulce niña enamorada, sonríe y patina en los pisos lisos, como si fuera la misma magia quien la llevara casi levitando por los días soleados.
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